jueves, 7 de agosto de 2008

Confesión #7


Me enamoré de un Robot

Cajamarquina soy

Si hubiese escrito antes de mi viaje probablemente hubiese comenzado con una Belli: "La mañana se despierta, húmeda y vegetal". Pero estas dos semanas desconectada (ya casi literalmente) del mundo han sido un verdadero cambio de perspectiva.

Tuve pues, la oportunidad de irme a Trujillo, a Chiclayo y finalmente pasar casi una semana en Cajamarca. Acompañada de un amigo alemán lejano, el cual visitaba por primera vez este lugar, aprovechaba para conocer con él nuevos lugares y, por qué no, darle una visita a mi familia del norte. Mis padres, abuelos, bisabuelos...todos cajamarquinos. Mis hermanos y yo? Nacidos en esta Lima de mierda, la gris, la de neón, la tan adjetivada capital del Perú. Contarles de mi viaje puede que termine aburriendo demasiado. Pero de repente expresar lo "en casa" que uno puede sentirse fuera de casa sea algo más asimilable.

Primero en Trujillo. Allá tenía unos tíos de lo más amables que me ayudaron a visitar trujillo brevemente y en Cajamarca tenía a la mayoría de mi familia, aunque hayamos terminado quedándonos con una señora de gran corazón que nos atendió como a hijos suyos.

Cajamarca es una ciudad increíble. Alguna vez leí una frase similar: "el fotógrafo refleja el miedo de ser atrapado" y fue algo que me dejaba tonta cada vez que intentaba tomar alguna foto al paisaje. Menos a lo oriental, me sentaba en algunas piedras a mirar. Nos sentábamos. Mi acompañante y yo que fue, sin duda, un gran compañero de viaje.


Aprendí muchísimo con él. De música, bella música. Le mostré algo de nuestra literatura. Algo de crítica poética y realista narrativa. Conocí el Flor de Caña nicaragüense (sí, en Cajamarca) y le enseñamos lo nuestro también, con el dulce pacay y humeantes sopas de paico y queso derretido.

Aprendimos de las empresas de transportes. No fuimos al sur pero igual nuestro bus de regreso se retrasó cuatro horas, presenciamos un par de accidentes (sólo un muerto) y aprendí las últimas técnicas de jugar michi. Fue un viaje completísimo desde la v hasta la e.


Kashamarka es una ciudad a 2.720 metros sobre el nivel del mar (a cero metros de mí) y, desde sus pintas hasta sus faldas, todo en ella es hermoso.


Regreso a Lima envuelta en hortensias, escribo desde allá.